28 de octubre de 2011

MI PÍE IZQUIERDO…

Por fin llegaba una nueva Primavera. El amarilleo del cielo sobre el gris plomizo de la ciudad así lo indicaba. Algo me decía que aquél iba a ser un día diferente.

Como todos los días de todas las semanas del año, a la misma hora que todas las mañanas desde hacía mucho tiempo, me disponía a abrir mi modesto tugurio. Algo parecido a una tienda que, con el paso de los años y de mucho sufrimiento, había conseguido ser un lugar de referencia para todo aquel montañero, escalador, alpinista que, después del Gran Debacle Euro-Pedo, entre tanta miseria y escombros, todavía sentía la necesidad de seguir subiendo montañas, y yo era de los pocos que controlaba el mercado negro de material.


Tras el hundimiento de la vieja EuropAsia, sólo unos pocos sabíamos donde poder recolectar algo de material entre los escombros de nuestras propias ruinas, y sobrevivíamos a base del intercambio y el trueque. Un poco de comida por algo de material de montaña, un trozo de cuerda por una taza de aceite, un par de mosquetones por dos patatas, un piolet por un cesto de cebollas. Los adictos a la adrenalina te ofrecían lo que fuera con tal de poder salir de nuevo a respirar el aire puro que las montañas siempre nos ofrecieron, por aventurarse por los reinos de los grises y el frío, aquella ancestral sensación de sentir el vacío bajo los pies.

Entró medio renqueando. Mirada profunda y vidriosa. Manos fuertes, olor a rancio y las rastas recogidas bajo un gorro de lana que mostraba la huella lejana y descosida, de un símbolo casi de culto que tanto marcó a algunas generaciones de la época.


Las sirenas del exterior alertaban que el nivel de polución había aumentado un 8%, y por ello era necesario de nuevo el uso de las máscaras. Su sonido no apagó la gravedad de la voz áspera y oscura del individuo que tenía delante, bajo la luz de mi viejo frontal BD : “necesito un píe de gato, un FiveTen.”

Mi cara de asombro y de extrañeza pareció molestarle. Sin inmutarse en exceso, siguió hablando: “a poder ser para un píe derecho.”


Fue entonces cuando sin tapujos miré sus piernas y vi que le faltaba un píe, el izquierdo. Un accidente fruto de la vieja guerra, la que gracias a la avaricia de unos cuantos consiguió que todos los cimientos de nuestra vieja Europa se fueran al carajo en cuestión de años, le dejó sin su píe.

Le dije que no podía ser, que no tenía lo que él tanto deseaba. A pesar de querer ver como cumplía sus sueños de volver a escalar con una sola pierna, no podía ofrecerle lo que me pedía.

Le sugerí que buscara a alguien en su misma situación, pero al contrario. Es decir, que buscara a algún tullido que le faltara el píe derecho y así podría venderles a los dos un par de pies de gato. Incluso estaba dispuesto a rebajarles el precio. Me conformaría con un saco de arroz. No podía separar el último par de pies de gato que tenía en la maltrecha tienda, era algo demasiado valioso. Me miró con la mirada del yonqui que necesita su dosis para seguir adelante, y me lo pidió casi de forma violenta, con un brillo en los ojos que me hacía temer lo peor. Me decía que eso era casi imposible, encontrar a alguien que le faltara el píe derecho, una locura. Tal vez sí.



Recuperó la calma, respiro profundamente, y lo entendió. Eran malos tiempos para todos, y más para los que todavía sentíamos la llamada de las paredes. Tal como entró por la puerta, se giró y maldiciéndome, volvió sus renqueantes pasos hacia el exterior.

Pasaron los días. Pasaron las semanas. Como en aquella ocasión, algo me indicaba que hoy iba a ser un día parecido al de la llegada de la pasada Primavera. Abrí la tienda. Escaseaban víveres y material. Los tiempos habían empeorado y no había tenido oportunidad de salir a la búsqueda de algo de material con el que comerciar. Conseguí algún mosquetón, un par de clavos oxidados y una antigua mochila. Las estanterías estaban medio vacías y entre las telarañas todavía se podía ver aquél viejo par de pies de gato.


Estaba arreglando el cable de un viejo tascón excéntrico, cuando entró una mujer apoyada en un bastón. Manos fuertes y arqueadas, ojos verdes y perdidos, rostro curtido por los vientos mont-rebenianos, el pelo olía al aroma de los viejos robledales, en las afueras de la ciudad. Era allí donde acampaban los escaladores, y allí le habían indicado que viniera a mi tienda. Sin saludar siquiera me pidió algo que hubiera querido no escuchar:

“necesito un píe de gato, a poder ser, un píe izquierdo “.

13 de octubre de 2011

DE NUEVO, OTOÑO... ( Ogassa y Solius )

"Con el Otoño llega el sentimiento de recoger, de guardar, mezclado con la sensación de pérdida cuando la luz empieza a debilitarse y el aire se enfría. El YIN crece mientras que el YANG decrece.
Es el momento de eliminar lo innecesario, de guardar sólo aquello que será preciso para el Invierno.

El Otoño es una época de evolución a través de la reducción. La materia vuelve a su origen preparándose para su posterior renacimiento: las flores mustias y los frutos caídos fertilizan el suelo para el crecimiento del año próximo, y el material que se descompone nutre el germen que se reproducirá en Primavera. "

( Fragmentos extraídos del libro "Entre el cielo y la tierra" de Harriet Beinfield y Efrem Korngold. )


Después de un verano un tanto "removido", en muchos y variados aspectos, por fin pudimos recibir la llegada del Otoño como se merece.
Nuestra esencia se prepara para guardar la energía que nos será necesaria para afrontar la llegada del Invierno y del nuevo año. Nuevos proyectos, nuevos planes, nuevos estudios, nuevos libros, el inicio de un nuevo curso repleto de esa savia que desciende de los árboles hacia sus raíces, asentándose en su interior.

De esa misma forma, estos días he disfrutado de momentos, instantes, lugares, en los que he podido reconocer como la presencia de la energía del Otoño, me acompañaba e impregnaba de su esencia todo mi ser.

A ratos era paseando por la pasada edición ( ya es la décima ) de la Feria del Libro de montaña ( este año le tocó al pueblecito de L'Esquirol ) , mientras no dejaba de encontrarme a viejos y nuevos amigos, a conocidos, disfrutando con la visión y el olor, de las ediciones de algunos de esas joyas e incunables que a más de uno nos gustaría que invadieran las estanterias de nuestras casas.



En otros momentos podía degustar el sabor de las cosas sencillas, deambulando por paredes y lugares cercanos, un reencuentro esperado y deseado con la vertical, con el olor del "sauló" y del cercano mar, con el ruido familiar del material colgado del arnés, el cual me despertaba sensaciones ansiadas y me abria de nuevo las puertas de la motivación.


El Otoño nos ofrecía otro regalo el pasado domingo en forma de reencuentro con amigos, en lugares que uno siente como su propia casa. Disfrutando de la roca, de la temperatura, del cielo azul, de las risas, de la compañía, de la escalada, de como en otras ocasiones y en otros Otoños, saborear el instante del momento presente, del aquí y ahora, de las texturas que parecen reconocernos y alegrarse por nuestra visita.


Dejándome acariciar por la brisa otoñal, me doy cuenta de que sigo en el camino, de que un sólo instante contemplando en silencio el horizonte que se abre ante mí, me sirve para lograr entender de forma más directa y contudente, la magia y la belleza que se encierra en la energía que desprenden las estaciones, y percibo desde mi Hara, como la naturaleza nos ofrece la energía para engendrar y crecer, para cosechar y almacenar, para terminar y recomenzar de nuevo.


Bienvenido Otoño.. !!!

PD.-  Por supuesto, en un aspecto más "terrenal", en este "veraniego" inicio de Otoño, los fans acérrimos de Manolo García, nos podremos deleitar con su nuevo trabajo, que estará a la venta a partir del próximo 25 de Octubre...  qué ustedes-vusotros lo disfruten.. !!!  ;-)))